Considero que ninguna madre debería sentirse sola y debe poder acceder siempre al apoyo de otras madres sin que sean un obstáculo las cuestiones económicas, ya que ser mamá y a la vez emigrante es un doble desafío.

En nuestras reuniones hablamos sobre lactancia materna, nuestras dudas y problemas; pequeños dilemas en la crianza de nuestros hijos, diferencias culturales, nuestras propias experiencias en la maternidad, como vivimos el posparto, etc.

Bajo esta condición de emigrante, una carencia en la etapa del embarazo o durante los primeros años de vida del bebé, puede llevar a sentir una soledad que es vivida de forma muy negativa, pasando por sentimientos de ansiedad y angustia e incluso llegando a la depresión postparto.

Realizar actividades de autocuidado, conocer a otras madres en igualdad de condiciones, desde la comunicación y empatía, lograr una mayor autonomía o conseguir un mayor autoconocimiento y desarrollo personal, son algunas de las formas más efectivas de poder salir del sentimiento de soledad y vacío y sobrellevar la maternidad en compañía.